Con las reformas propuestas por Juárez y Lerdo, diversos grupos de la sociedad estaban descontentos. Los militares licenciados se habían quedado sin poder, creían que tenían derecho a formar parte del gobierno en pago a tantos años de lucha en defensa de la nación. Cuando termino el primer periodo presidencial de Lerdo y éste trató de reelegirse, muchos apoyaron a Porfirio Díaz, dirigente del partido opositor, cuando se rebeló en contra de esta reelección, proclamando el plan de Tuxtepec en el que exigía el respeto a la constitución de 1857 y la no reelección. Porfirio Díaz, general de carrera y héroe de muchas batallas contra los conservadores y contra la intervención francesa, fue electo presidente en 1877.
Cuando llego al poder, México seguía siendo un país con desarrollo agrario atrasado y sin industria, las vías de comunicación estaban en muy mal estado y el comercio interno era limitado. Había grandes extensiones de territorio, por lo que al llamado del gobierno de Díaz acudieron muchos inversionistas, principalmente estadounidenses.
Su gobierno fue el primero que logro aplicar una política económica, privilegiando a la región extranjera y apoyando a grandes haciendas, para que se convirtieran en latifundios de tipo capitalista, dando así impulso a la exportación de materias primas agrícolas y minerales.